- Sobre la necesidad de la enseñanza de una ética universal.
En esta dimensión que planteamos, de ética universal, siendo que su objeto es el acto humano en cuanto libre, no pudimos dejar de notar, desde el principio de este ensayo, que la hallamos íntimamente estrecha con la noción de formadora. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Puede ser la ética educadora universal?
La ética reflexiona directamente sobre los distintos sistemas morales. Al hacerlo se encuentra con diversas realidades, culturas, y que en el fondo halla a un hombre[1] al que quiere ayudar, con la esperanza de llevarlo a poseer un mayor bien. Esta esperanza ética sobre el hombre la lleva a ser, a querer ser educadora –no en vano se enseña ética a nivel universitario, incluso en carreras profesionales que no están enfocadas en el campo de las humanidades-. En esas realidades a las que se enfrenta, encuentra al hombre bajo paradigmas sociales que menoscaban su dignidad, que lo reducen, que lo cosifican. Pero para que la ética sea educadora necesita una posición, una valoración sobre el hombre y saber qué es y por medio de qué el hombre alcanza el bien pretendido por la ética. Por ende no podemos pretender una ética amoral, una ética que de alguna manera no tome posición frente a lo que el hombre le hace o no feliz, le haga o no pleno. Incluso, desde este aspecto, podemos afirmar que la presencia de una ética como formadora, es una necesidad urgente, porque urge formar al hombre. Por ello no podemos tolerar una ética indiferente, que reflexiona por reflexionar y por hacer historia.