Anticoncepto de Dios

Iván Girón

“Dios probablemente no existe,

deja de preocuparte y gózate la vida”
Richard Dawkins

Introducción

El ateismo militante es una realidad que ningún creyente puede ignorar. Bajo la bandera de la libertad, de la alegría y de la ciencia, deforman gravísimamente el nombre, la imagen de Dios y frecuentemente llegan a confundir a los incautos devotos con una vida de fe más o menos activa. Se caracteriza principalmente por sus propuestas radicales que dejan poco margen para el diálogo.

Es un fenómeno peligroso que debe ser examinado. Por eso, queriendo la Iglesia Católica elaborar su respuesta crítica, indaga acerca del concepto de Dios y de la religión que el ateismo maneja.

Con este fin esta investigación se enfocó principalmente en personas ateas. Para ello se nos dieron previamente cuatro preguntas elaboradas bajo el supuesto que serían respondidas por creyentes; este trabajo, sin embargo, –que inicialmente apuntaba a estos- se encausó «providencialmente» hacia el ateismo. Esperamos que nos sirva para contrastar con las respuestas de los entrevistados creyentes que se presentarán por otros grupos de este trabajo.

Para ello este trabajo se dividirá en tres partes principales. La primera, “Ver” presentará que piensan y dicen los entrevistados, terminando con una tabulación de sus respuestas. La segunda, “Juzgar”, con base en la observación y las respuestas recopiladas anteriormente presentará un juicio valorativo sobre el estado intelectual de los entrevistados. La tercera, “Actuar”, presentará nuestro análisis sobre el concepto de Dios manejado por los entrevistados, para terminar con una propuesta personal para tratar de recuperar el concepto correcto de Dios, tanto para estas personas no-creyentes, como para los creyentes.

  1. Ver

 

Se entrevistaron dieciocho personas, cada una declarada como atea militante. A continuación presentamos sus respuestas a las siguientes preguntas:

1)    ¿Qué imagen tienes de Dios?

2)    ¿Qué lugar ocupa en tu vida? ¿Qué importancia tiene?

3)    ¿Por qué crees o no en Dios?

4)    ¿Cómo experimentamos a Dios?

[ENCUESTAS OMITIDAS]

Las respuestas son diversas y en su mayoría compuestas, parciales y a veces dudosas. Sin embargo, por las respuestas tabuladas en tablas -que presentamos a continuación-, podemos fácilmente notar que las respuestas son: 1) Dios es fantasía, 2) No tiene ninguna influencia, 3) No hay prueba de su existencia, ergo, no creo. 4) Por ende, no se puede experimentar.

Sin embargo es interesante resaltar que acompañando a estas respuestas –que rayan en la obviedad, tratándose de ateos-, la mayoría no que quedarían allí sino que dieron otras razones, a través de las cuales se percibe por ejemplo: la pregunta por el problema del mal, un cierto agnosticismo, una no negación radical sino más bien dudosa, una crítica radical hacia la Iglesia jerárquica y las diferentes figuras de autoridad de las distintas religiones y un menos precio hacia los creyentes y sus razones para creer.

Desde estos puntos de vista Dios y la religión, en última instancia vienen desligados o separados de los conceptos de libertad, felicidad y autonomía.

  1. Juzgar

 

 

Nos encontramos con sujetos de diferentes edades, todos con un pregrado universitario como mínimo, de diferentes edades entre los 24 años (la mayoría no pasa de los 30) y 40 años (en algunos casos). Todos, como ya se había anunciado y evidenciado, se auto declaran ateos militantes. En todas sus respuestas se percibe que fueron educados en un ambiente cristiano, puesto que la mayoría al hablar, se refieren al Dios cristiano. Ese ámbito es aquel que critican radicalmente. Dentro de sus diferentes campos de formación académica se nota más bien una negación poco razonada o meditada. De hecho, una buena parte, ni sabe porque lo niega.

Por el tipo de respuestas, a pesar de ser provenientes de personas con estudios de nivel superior, muestran que probablemente no tuvieron una buena formación acerca de lo que es el Dios cristiano. Este Dios, no corresponde al Dios de los creyentes, o es al menos parcializado.

El fundamento de sus respuestas parecer ser de corte cientificista, sobre el que se alimentan más que otro tipo de razonamientos como los filosóficos.

  1. Actuar.

Para elaborar nuestra respuesta nos hemos querido guiar por las propuestas de la Gaudium et Spes y por el pensamiento de Fr. Raniero Cantalamessa, para conducir nuestra proposición personal, pero apegada a las directrices de la Iglesia.

No se trata de elaborar una respuesta contestataria que pretenda simplemente hacer frente defensivo y ofensivo contra los directos y brutales embistes del ateismo. Estos por un lado piden una respuesta empírica, medible, descriptible y predictible de la existencia de Dios. Por otro, parten de la premisa que las pruebas tomistas no conducen a probar la existencia de una intencionalidad subyacente, -como de hecho, lo harían científicamente los efectos observables de la luz con respecto a la acción de un agujero negro inobservable en el espacio-. Como diría Santa Bernadette de Soubirous “para quien no quiere creer, mil palabras no son suficientes; para quien quiere creer, una sola es más que suficiente”. El espíritu del nuevo Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización fundado por el Papa busca resaltar las verdades evangélicas que fortalezcan la fe de quienes si creen, y de razones razonables para quien, con sinceridad de corazón buscan la verdad.

Y es que el concepto de Dios que la mayoría de entrevistados tienen, parte del concepto “ilusión” con que Richard Dawkins ha definido a Dios. Para él, todo lo que se refiere a la divinidad es una fantasía, y las distintas manifestaciones religiosas en las culturas son una prueba de la incoherencia y desacuerdo de que realmente haya un solo Dios. Bajo esta categoría de “ilusión” ha encajado otra; la de “sometimiento”. Dios es un concepto elaborado para someter al pueblo ignorante o analfabeta. De esta categoría encontramos que a Dios se lo relaciona incompatible con la felicidad, placer, libertad y autonomía humana. Bajo estos parámetros divulgados fuertemente por Dawkins los ateos siguen ciegamente y radicalmente, y difícilmente permiten un diálogo racional con un creyente. Estas categorías de base de por sí no corresponden materialmente al Dios cristiano, pero estas personas formalmente a Él se dirigen y atacan. O al menos podemos decir, creen que combaten a ese Dios de fantasía y ese es el problema de raíz: bajo el nombre del Dios de Jesucristo, del Dios de la Iglesia Católica, ellos encajan unas categorías “ilusorias”, no reales, que los aleja y alejan a otros de la posibilidad de creer. Desafortunadamente la fundamentación que Dawkins y otros científicos han dado a Dios, no es la única causa de la deformación del concepto de Dios; también encontramos una fuerte crítica hacia los creyentes. Algunos incautos, carentes de formación cristiana, intentando defender a Dios han caído en los juegos de palabras de las discusiones ateas y han contribuido para la deformación del concepto y a la reafirmación atea de la inexistencia de Dios. Esto sin mencionar, el problema de la incoherencia de vida de aquellos que se autoproclaman creyentes.

¿Cómo recuperar la imagen verdadera de Dios? Se debe primero, poner en evidencia las incoherencia y límites de las afirmaciones ateas y luego se debe mostrar lo positivo de la religión reafirmando su verdad. Esto debe ir dirigido primero a los creyentes y luego sí, como parte de una contestación crítica a los ateos.

Límites e incoherencias.

 

Para poder comenzar a reconstruir el empleo del término «Dios», hemos de recordar que la pregunta por Dios está enraizada en la pregunta por el hombre. De la mayor o menos valoración que se tenga acerca de Dios, mayor o menos valoración se tendrá acerca del hombre y de su entorno. Y esto se reflejará directamente en el sentido de vida de cada persona; de la pregunta por Dios en la dinámica del ‘porqué’ y el ‘para que’ de la vida humana.

Desde aquí retomamos el concepto de Dios y de las criaturas, pasándolas por el filtro de los ateos, nos encontramos con una idea fantástica y con unos seres provenientes de la evolución como resultante de un azar.

El hombre, ser conciente que se pregunta por el ‘porque’ de la realidad, incluyendo la suya propia, aparece como un medio de un basto cosmos que de la nada proviene y hacia ella regresa. ¿Qué descubre en medio de todo el universo medible, verificable, que pueda dotar de sentido la vida? Richard Dawkins como tantos científicos que se apoyan en la teoría de la evolución radical –no del corte místico que le imprimió Chardin-, y desde allí pretenden explicar al hombre desde su código biológico reduciendo y explicando el concepto del hombre en cuanto animal. Una consecuencia de esta visión es el contraste crudo de grupos pacifistas que protestan en invierten grandes sumas de dinero a favor de los derechos de los animales, mientras miles de niños mueren de hambre. Mientras lo animales vienen rescatados, ayudados, los niños vienen abortados en masa. Cabe preguntarles a los ateos ¿cuál es tu concepto/imagen del hombre? Estos al negar a Dios niegan la persona humana y la igualan con un ser vivo cualquiera. La persona en cuanto persona es por tanto una ilusión y por ende no habría necesidad, ni de plantearse un sentido de vida pues este en el mismo código genético está impreso e impuesto por la misma naturaleza.

Dios es pues, desde esta visión causa de opresión, de tristeza, de dominación. Renunciar a esta ilusión es gozarse la vida. A este respecto afirma la padre Cantalamessa “El ateísmo es un lujo que se pueden permitir sólo los privilegiados de la vida”[1], precisamente porque Dios es la esperanza fundamental de toda vida humana y si esta esperanza no existe, toda posibilidad de bienestar y gozo queda sometido al plano terrenal. ¿Qué respuesta se le puede dar entonces al que sufre? ¿Qué razón darle a aquellos que “gozan de la vida” para que ayuden o favorezcan a los que “no gozan”? ¿Acaso para quienes lo tienen todo, los que nada tienen son también una ilusión?

El límite y la incoherencia de la visión atea, se constata directamente en el plano antropológico, especialmente porque el sentido de vida nunca se ha satisfecho con satisfacciones o razones que se fundamentan en la empiria.

Mostrar lo positivo.

 

Como ya lo habíamos mencionado, para reconstruir el concepto de Dios, hay que reconstruir el concepto del hombre, en primer logar para los que creen y en segundo lugar para los que no creen.

Habiendo querido poner en evidencia la limitaciones de las posiciones ateas sobre el hombre en cuanto naturalistas, nos proponemos entonces valorar el concepto del hombre en cuanto creyente.

Las personas que creen, se encuentran frente al universo, no como casualidad evolutiva, sino como la cabeza misma, el punto más alto de la creación. Esta dignidad se la da Dios, quien le ha creado, le ha amado y le ha dado todo para su provecho y gozo. El hombre cristiano se sabe producto del Amor Divino, y en cuanto tal, él mismo como fruto, es en sí mismo amor. De hecho, así se conduce el hombre: amando el entorno en que vive le dota de sentido y por amor interactúa con él. Por amor se relaciona con otras personas y por amor continua su vida en libertad y alegría. El amor es el fundamento último para vivir, puesto que solo quien ama, puede experimentar alegría y libertad.

El hombre como un “complejo de amor”, es la primera fase del concepto que proponemos.

El dios ateo es opresión, es tristeza: tienen razón en querer liberarse de él combatiéndolo. El Dios cristiano en su esencia más profunda es amor. Y por ese mismo amor busca de cualquier manera establecer su relación con los hombres: para ello se ha revelado. El hombre no se satisface con lo empírico, porque las cosas materiales en sí mismas son cerradas, mientras que este en cuanto libre es un ser abierto al crecimiento infinito hacia un amor y alegrías infinitas. Y ese Dios cristiano en su búsqueda del hombre se ha hecho a sí mismo hombre en Jesucristo.

La propuesta antropológica cristiana es una propuesta que gira en torno a Cristo: busca conocer y entender al hombre a la luz del Hombre. Se necesita concienciar a los creyentes a que dejen iluminar su vida por la luz de Jesús, el Hombre por antonomasia. Con Él, la persona entra en comunión con el Dios trascendente que le invita a su vez a la santidad, que es la plenitud de la alegría y del amor.

La segunda fase de este concepto sería entonces, la visión de este complejo de amor, a la luz del Amor en sí mismo encarnado.

Bajo esta luz, el cristiano descubre una llamada que resuena incluso desde la misma naturaleza. Todo ese mundo material, empírico, posee una bondad, belleza, orden, que por su propia constitución es imposible que se las hayan dado a sí mismos. El orden no es producto del azar, es producto de la inteligencia. ¿Cuál inteligencia? Aquí queremos citar un pasaje de los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta:

“Mi siempre amable Jesús(…) me hacía ver toda la Creación; ¡qué sublimidad! ¡Qué magnificencia! ¡Cuántas armonías! ¡Qué orden! No hay punto ni del cielo ni de la tierra en el cual Dios no haya creado una cosa especial y distinta, y con tal maestría, que los más grandes científicos, ante la más pequeña cosa creada por Dios, sienten que toda su ciencia y maestría es una nada comparada con las cosas creadas por Dios, llenas de vida y de movimiento. ¡Oh! cómo es verdad que mirar el universo y no conocer a Dios, no amarlo y no creer en Él es una verdadera locura, todas las cosas creadas son como tantos velos que lo esconden, y Dios viene a nosotros en cada cosa creada como velado, porque el hombre, en carne mortal, es incapaz de verlo develado. Es tanto el Amor de Dios hacia nosotros, que para no deslumbrarnos con su Luz, para no atemorizarnos con su Potencia, para no hacernos avergonzar ante su Belleza, para no hacernos aniquilar ante su Inmensidad, se vela en las cosas creadas para venir en cada una de ellas hacia nosotros y estarse con nosotros, más bien hacernos nadar en su misma Vida. ¡Dios mío, cuánto nos has amado y cuánto nos amas!”[2]

A la luz de Jesús, el hombre puede ver, casi palpar en las cosas creadas un movimiento trascendente que se dirige hacia él mismo. La naturaleza con su belleza intrínseca le habla de Dios al hombre y este siente en el fondo de su corazón un movimiento interior a unirse a esa armonía, descubriendo a su vez una razón por el cual simplemente estar ahí. No como el Dasein de Heidegger, un ser arrojado, abandonado negativamente en la realidad, sino como un ser que ahí donde está, en su cotidianidad, descubre al Dios que fundamenta su vida.

La tercera fase sería, este complejo de amor con la luz del Amor, dota de sentido su vida que le marca un camino.

Jesucristo con su mensaje conduce al hombre hacia la santidad. Esto es muy importante y es lo que más se ha perdido en el cristianismo. Los cristianos actuales, tienen un concepto negativo o inalcanzable de la santidad y por eso su vida nunca es ni será coherente con el evangelio de Cristo, si no conciben su vida propia como un camino hacia la santidad. El Fiat Voluntad tua, sicut in caelo et in terra del Padre Nuestro manifiesta precisamente que el camino cristiano es un camino de unión de la voluntad humana con la Voluntad Divina. En esta Voluntad Divina que nos ha creado y que nos determina, está precisamente nuestra libertad: La determinación de Dios es la libertad del hombre.

Ese camino de santidad es un camino de amor y de alegría en la vida cotidiana. El cristiano ha de estar en búsqueda de Dios a través de todo su obrar. Pero para ello es necesario que se forme y que conozca muy bien su cristianismo, principalmente debe conocer el ‘porque’ y las razones por las cuales son necesarias la vida de Iglesia, la asistencia a la Santa Misa y la recepción de los sacramentos. Todo ello con la conciencia que todo este caminar cristiano es posible por el sacrificio que ha hecho el mismo Dios ofreciendo a su Hijo en holocausto. Es la pasión de Cristo que a través de su Iglesia nos abre los ojos a la fe y nos conduce a caminar hacia Dios en amor y en una alegría esperanzada de una bienaventuranza que no tendrá fin, tal cual como la pide y la anhela el corazón humano.

Todos estos medios visibles –Iglesia, sacramentos-, que son necesarios para el caminar cristianos deben hacer concientes de que su camino es la santidad, un camino que lleva a la unión con Dios, que es la razón por la cual fuimos creados.

La cuarta fase sería entonces, este complejo de amor que se inserta en el Amor y que se une a Dios desde esta vida, en comunión con la Iglesia.

Estas cuatro fases que –por razones de la brevedad de este trabajo- intentamos pobremente esbozar debería llevar al creyente a fortalecer su vida de fe en sí mismo, hasta llegar a ser irreprochables, tal como lo deseaba San Pablo, con una vida coherente que ilumine el mundo, que realce el valor del hombre, sin ignorar al pobre, al que sufre, al niño no nacido, al enfermo terminal, etc, como también al mundo mismo que le rodea por ser en sí mismo un don de Dios. Ante la luz del cristiano, necesariamente el ateo debe reconocer la bondad que el cristianismo posee en sí mismo, y debería llevarle a palpar la ambigüedad de su posición, que le lleva a considerarse a sí mismo poco menos que un animal.

Es difícil que quien ande en tinieblas y se niegue la posibilidad de exponerse a la luz, acepte la existencia del sol. Sin embargo, viendo inequívocamente los efectos que el sol produce sobre aquellos que se dejan iluminar por él, podría comenzar a poner en entre dicho su negación. Así mismo el cristiano con una vida coherente, debe ser testimonio de la luz de Cristo y debe amar al ateo como Cristo le ha amado, pues por él también ha dado la vida, con la esperanza que “Dios es capaz de hacer de sus detractores más encarnecidos, sus apóstoles más apasionados.”[3]

 

Bibliografía.

CANTALAMESSA, Raniero. “Hasta la muerte, y muerte de cruz”. Predica dada a la Casa Pontificia el 10 de Abril-2010. http://www.cantalamessa.org/es/predicheView.php?id=302

CANTALAMESSA, Raniero. “La respuesta cristiana al cientificismo ateo”. Predica dada a la Casa Pontificia el 03 de Diciembre-2010.

http://www.cantalamessa.org/es/predicheView.php?id=383

GAUDIUM ET SPES. Concilio Vaticano II. Constitución pastoral.

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html

PICCARRETA, Luisa. Libro de Cielo. Volumen XVII.


[1] CANTALAMESSA, Raniero. “Hasta la muerte, y muerte de cruz”. Predica dada a la Casa Pontificia el 10 de Abril-2010. <http://www.cantalamessa.org/es/predicheView.php?id=302>

[2] PICCARRETA, Luisa. Libro de Cielo. Volumen XVII, 3-Jun-1925. p. 1640.

[3] CANTALAMESSA, Raniero. Op. Cit.

Leave a comment